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Roma y sus mascotas: una relación histórica con perros y gatos

Grupo Editorial RedZoocial

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Roma y sus mascotas: una relación histórica con perros y gatos
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Hoy en día, los perros y los gatos son una parte muy importante de muchas familias, pero ¿se ha preguntado cómo era la relación con estos animales en la antigua Roma?

El guardián del hogar

Los romanos tenían una relación notablemente estrecha con los perros, especialmente aquellos encargados de la protección de sus hogares. Los molosos, antepasados de los mastines actuales, eran valorados por su tamaño y fuerza, actuando como guardianes de casas, terrenos y templos. Un ejemplo icónico de esta veneración es el mosaico encontrado en la Casa del Poeta Trágico en Pompeya, que portaba la advertencia "Cave Canem" o "Cuidado con el perro". Esta inscripción no solo servía como aviso para los visitantes, sino que simbolizaba el respeto y la importancia del perro como protector de la casa.

Compañeros pequeños

No todas las razas eran grandes y temerosas. En la Roma antigua, también existían perros de menor tamaño que fueron criados para hacer compañía a las familias más adineradas. Estos pequeños canes vivían dentro de las casas, tratados con tanto cariño que muchas veces llevaban collares de bronce con sus nombres grabados. Este detalle marcaba no solo el afecto de sus dueños, sino también la importancia social de tenerlos como parte del hogar. Uno de los ejemplos más conmovedores es el epitafio dedicado a Margarita, una perrita que murió tras dar a luz, haciendo eco del profundo dolor de su dueño.

Gatos: de cazadores a compañeros

Aunque los gatos no ostentaban el estatus semidivino que les dieron los egipcios, comenzaban a formar parte integral de la vida romana. Inicialmente, su principal función era la de cazadores de plagas en los graneros, pero su elegante comportamiento y carácter independiente ganaron el corazón de muchos romanos, convirtiéndolos en asistentes indispensables del hogar tanto en áreas rurales como urbanas.

El simbolismo de la lealtad

La relación entre los romanos y sus mascotas no solo estaba basada en la utilidad práctica. Perros y gatos llegaron a simbolizar lealtad, afecto y compañía dentro del seno familiar. Los registros arqueológicos reflejan esta dualidad de funciones, mostrando a las mascotas no solo como parte esencial de la logística de la vida cotidiana, sino también como seres queridos.

Cultura y arte romano

La integración de los perros y gatos en la sociedad romana se observa también en el arte y la literatura. De la mano de poetas y artistas, las mascotas del mundo romano fueron inmortalizadas en frescos, mosaicos y escritos que destacaban sus cualidades y roles, desde guardianes vigilantes hasta compañeros en el ocio. Este legado artístico no solo nos habla del amor hacia los animales en aquellos tiempos, sino también de la percepción de estos como parte fundamental del tejido social.

El arte, al igual que las inscripciones y epitafios, muestra cómo los romanos percibían a sus compañeros animales y el papel simbólico que jugaban en sus vidas. Así, los perros y gatos trascendieron su papel inicial para convertirse en símbolos profundamente arraigados en el imaginario colectivo romano.

La influencia en la sociedad moderna

Esta historia de cariño y veneración hacia los animales domésticos ha sentido su eco en nuestras prácticas modernas. Muchas de las tradiciones y hábitos relacionados con el cuidado y tenencia de mascotas que prevalecen hoy en día tienen sus raíces en esta época histórica. El respeto y la consideración por los perros y gatos como más que simples animales utilitarios han perdurado, manteniendo un vínculo afectivo que ha perdurado siglos.

El legado romano, en términos de la relación humano-animal, nos ofrece valiosos insights sobre el modo en que podemos enriquecer nuestras propias interacciones con nuestras mascotas hoy. ¿Cuánto hemos aprendido desde entonces y cuánto más seguiremos apreciando el regalo de su compañía?

Este amor compartido entre humanos y animales sigue evolucionando, pero desde Roma, esa simbiosis emocional ha sido testimonio del valor que encontramos en nuestras mascotas, sin importar el paso del tiempo o los cambios sociales.